Uno de los aspectos que he aprendido a dominar de a pocos en
el último par de años es eso que llaman “tolerancia a la opinión diferente a la
propia”. Al fin y al cabo, toda disputa ideológica la ganan los argumentos, y
la persona más sensata del mundo tampoco es propietaria de la verdad absoluta
de las cosas. Sin embargo, no deja de causarme curiosidad los argumentos
violentos que se usan para defender causas no violentas. Aclaro de antemano que esto NO ES una generalización.
Si usted es usuario frecuente de Twitter, y sigue a uno que
otro pseudo “líder de opinión” tuitera, entenderá mejor de lo que le hablaré,
por la sencilla razón de que Twitter es un verdadero zoológico de opiniones con
un nivel de censura relativamente bajo. Es en Twitter donde he visto a
defensores del proceso de paz que estigmatizan de entrada a quien no está
enteramente de acuerdo con ellos bajo el título de uribista. Esa posición muy
conocida en Colombia de que si no se está con la paz, se está con la guerra. Es
en Twitter donde he visto cuentas oficiales de movimientos aparentemente internacionales
dedicadas al veganismo en las que hasta un vegetariano es poco menos que un
asesino. Es más, en Twitter he visto posiciones feministas tan intransigentes
en las que hasta tener el cabello largo es promocionar el estereotipo de mujer
débil. Y eso que no he mencionado a algunos grupos cristianos.
Esta corta reflexión viene a sólo una cosa, y es que toda
opinión debe ser coherente con la acción que promueve. No tiene mucho sentido
defender una causa no violenta por medio de lenguaje provocador o soez. Mucho
menos sentido tiene crear brechas discriminatorias alrededor de las causas no
violentas. A lo mejor, abandonar la posición del ”yo gano, tu pierdes” es un
primer buen paso para la construcción de paz.
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