Portar una manilla verde, antes de primera
vuelta, era más un simbolismo de que estoy cansada de la situación de Colombia:
de la pobreza, de la corrupción, de la injusticia, de la inseguridad, de la
violencia, del desempleo, de la falta de oportunidades, y de no llamar las
cosas por su nombre y esconderlas bajo el mantra de la seguridad democrática.
Sabía que, votar por Mockus, más que por estar convencida de sus ideales y de
sus métodos, era un signo de repudio todo lo anterior. Sin embargo, y ante la
disyuntiva de la propuesta de otro candidato mientras contemplaba el tarjetón,
me dejé arrastrar por la ola.
Los resultados de la primera vuelta, ya los sabemos todos. Y me deja muchas preguntas: ¿Cómo es posible que participemos de la política? ¿Es que nos gusta la tortura de saber que estamos siendo engañados y que a nadie pareciera importarle?
Los resultados de la primera vuelta, ya los sabemos todos. Y me deja muchas preguntas: ¿Cómo es posible que participemos de la política? ¿Es que nos gusta la tortura de saber que estamos siendo engañados y que a nadie pareciera importarle?
(…)
Amanecerá dentro de 4 años y veremos.
Amanecerá dentro de 4 años y veremos.
Esto lo publiqué en mi Facebook hace 4
años, quien quiera puede buscarlo.
Y cuatro años después les digo algo.
Aquí nunca ha mandado Santos. Aquí no va mandar Zuluaga. Acá manda Alvaro Uribe
Vélez, tinto en mano. Mandó por ocho años, subió a Santos hace cuatro, y hoy
tiene parcialmente montado a su candidato Zuluaga, y una buena parte del
Congreso. Fin de la historia. Así es, gústele a quien le guste.
El país de la violencia y la corrupción
perpetua.
El país del silencio sangriento con un
avergonzante 60% de abstención.
El país al que le mienten en la cara y
le importa un bledo.
El país de los montajes y la mermelada.
Este país es una gastritis que ya no
vale la pena sufrir.
Adrianella.